El desarrollo de la pandemia del COVID 19 sigue ocasionando muerte y dolor. Pareciera que el concepto fin no existe. Nos aproximamos a los dos meses desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la condición de pandemia, y cada día se registra un número mayor de personas que han perdido la vida. El número de quienes han logrado la superación de la enfermedad es un indicador que se puede vencer a la crisis de salud. Sin olvidar, por supuesto, que otros escenarios críticos de riesgo están presentes, y otros subyacen.
Durante cada uno de estos días han llegado noticia, números, pronósticos, imágenes, conjeturas, alertas, alarmas, información de todo tipo, pero asociada a la enfermedad. El sistema sanitario en cada país hace esfuerzos extraordinarios para ganar la batalla. Una parte del personal médico y paramédico ha ofrendado su vida en el cumplimiento sagrado del deber. Nuestro respeto, y gratitud.
La población en general, y en cada uno de los sectores, hace grandes esfuerzos para la sobrevivencia de todos los días. En el país se ha logrado el sostenimiento de las líneas vitales ante el escenario crítico de riesgo: agua para consumo humano, la potable es la prioridad, energía eléctrica, telefonía en las modalidades diferentes. Se mantiene el suministro y oferta de productos para asegurar la alimentación. La recolección de la basura y desechos sólidos, limpieza de cauces, es una labor esencial para evitar la proliferación de vectores. Pareciera sencillo, pero tiene varias implicaciones por la exposición de muchas personas ante el virus. Son miles de testimonios ante la necesidad cotidiana de lucha por la sobrevivencia.
Los grupos pequeños de personas que diario salen de su hogar y van a la calle en dirección al lugar donde obtienen recursos que luego les permite la compra de los alimentos y para otras necesidades, lo hacen responsablemente. Caminan y se detienen con un silencio que impresiona. Van y vienen con su tapaboca. Algunos llevan guantes. Sus ojos reflejan la preocupación de estos días. Me han comentado que salen del hogar, pero previamente dejan en manos del Creador la última voluntad. Nadie reniega, ni entra en pánico: la mansedumbre ha estado frente a nuestros ojos.
Durante estos días de incertidumbre y dolor ha sido necesaria la realización de uno y otra reflexión. Nuestra vida ha estado a prueba, los escenarios críticos de riesgo así lo indican. Ha sido obligatorio ir al baúl de los recuerdos y buscar con urgencia a la solidaridad, la entrega desinteresada, el amor al prójimo, hacer propio el dolor de otros seres humanos, tener una dosis fuerte de compasión y nobleza, la fortaleza necesaria.