Con frecuencia elevada se vincula a las temperaturas altas que debemos soportar durante los meses de marzo y abril, a varios episodios de salud humana. Entre otros, están presente, y se incrementan, la presión arterial, enfermedades de las vías respiratorias, particularmente en niños, niñas y personas de la tercera edad, afectaciones del corazón, complicaciones de piel con mayor incidencia para quienes están más expuestos a la radiación solar, deshidratación, etc. La lista es extensa. Ahora se asocia a los efectos adversos del cambio climático. Tenemos, sin lugar a duda alguna, un incremento en la mortalidad.
Ante estos episodios de salud se debe considerar las temperaturas diurnas y las nocturnas. La variación de ésta tiene una incidencia directa en la salud humana, se presenta u mayor nivel de deterioro. Un ejemplo de ello: si la temperatura corporal diurna se eleva hasta 38 grados Celsius, o más, el efecto adverso en la salud humana se presenta: golpe de calor, deshidratación, calambres, desmayo por calor, arritmia, elevación en la presión arterial, etc. Las temperaturas elevadas durante el día, y el descenso rápido de la noche tienen consecuencias para las vías respiratorias.
Para hacer frente a estas complicaciones en la salud humana se debe considerar a una familia de recomendaciones básicas: incremento de la ingesta de agua, evitar la exposición a la luz solar, utilización de ropa (ligera) y tono blanco preferiblemente, regular el consumo de sal. Se debe evitar el consumo de bebidas alcohólicas y gaseosas, energizantes, la no utilización de ropa con tono oscuro. Todas estas recomendaciones están en nuestras manos. Es posible hacerlo. Recordemos que los seres humanos tenemos la posibilidad de producción de salud.