La Mesa Nacional para la Gestión de Riesgo – Nicaragua (MNGR) llevó a cabo un conversatorio con periodistas este jueves 26 de marzo de 2015. Durante el desarrollo de esta actividad se compartió con relación a los resultados de la III Conferencia mundial de Naciones Unidas sobre la reducción de riesgo a desastres. Se ofreció información sobre el instrumento que fue adoptado en el marco de esta Conferencia y que constituye una guía con vigencia hasta el año 2030
Se debe recordar que la Conferencia mundial sobre la reducción de los desastres naturales se celebró entre el 18 y el 22 de enero de 2005, en la ciudad de Kobe de la Prefectura de Hyogo, Japón. Entonces -y hace solo diez (10) años- se creía que los desastres eran naturales. En esa ocasión se adoptó el denominado Marco de Acción de Hyogo como una contribución esencial para la humanidad en materia del trabajo integral para el desarrollo. Debemos recordar que en la medida haya una reducción de las vulnerabilidades se está contribuyendo en esencia para el desarrollo.
Diez (10) años después -muy recientemente- se celebra la III Conferencia mundial de Naciones Unidas sobre la reducción de riesgo a desastres, entre el 14 y el 18 de marzo de 2015, en Sendai, Japón. Ahora nos aproximamos a la realidad y reconocemos que los fenómenos son naturales, y que los desastres son el resultado de las imperfecciones de los modelos de desarrollo que se adopta en cada uno de nuestros países. En este evento se adoptó un instrumento nuevo en materia de gestión de riesgo a desastres con vigencia hasta el año 2030. La importancia esencial de este instrumento tiene como base los desafíos que impone la amenaza global más severa del planeta tierra derivada del cambio climático.
No obstante, se ha reconocido una vez más que globalmente los desastres han seguido cobrando un alto número de víctimas, y, en consecuencia, afectando el bienestar y la seguridad de personas, comunidades y países enteros, es decir incidiendo negativamente ante la posibilidad de desarrollo. Durante este período más de 700.000 personas murieron, más de 1,4 millones resultaron heridos y alrededor de 23 millones se quedaron sin hogar como resultado de los desastres.
En general, más de 1.500 millones de personas se vieron afectadas por los desastres en diversas formas. Las mujeres, los niños y las comunidades vulnerables fueron afectados de manera dramática. Las pérdidas económicas totales ascendieron a más de 1,3 billones de dólares de los Estados Unidos. Además, entre 2008 y 2012, 144 millones de personas resultaron desplazadas por desastres. Estos eventos, exacerbados por el cambio climático, están aumentando en frecuencia e intensidad, y están obstaculizando significativamente los avances hacia el desarrollo sostenible.
La información existente y con acceso público indica que, en todos los países, el aumento de la exposición de las personas y los bienes ha sido más rápido que la disminución de la vulnerabilidad. En consecuencia, se ha generado nuevos riesgos y un incremento constante de las pérdidas provocadas por los desastres con un significativo impacto en los ámbitos: económico, social, sanitario, cultural y ambiental a corto, mediano y largo plazo, en especial a nivel local y comunitario.
Los desastres recurrentes de pequeña escala y evolución lenta afectan particularmente a las comunidades, las familias y las pequeñas y medianas empresas, y representan un alto porcentaje de todas las pérdidas. Todos los países —especialmente los países en desarrollo donde la mortalidad y las pérdidas económicas provocadas por los desastres son desproporcionadamente más altas, enfrentan un volumen creciente de posibles costos ocultos y dificultades para cumplir sus obligaciones financieras y de otra índole.
Se debe tener presente que Nicaragua recientemente durante el año 2014 sufrió los efectos adversos del cambio climático. Solamente el déficit de humedad ha derivado en daños como: pérdida de material genético, afectación a la economía familiar campesina, disminución de los inventarios para la alimentación familiar, suelo erosionados, disminución del acceso a agua para consumo humano, migración por razones laborales, etc. En síntesis, los efectos adversos del cambio climático son devastadores. En consecuencia, debemos avanzar firmemente en la adopción del enfoque de gestión de riesgo.