Ante la posibilidad de la presencia actual del fenómeno climático El Niño en el territorio nacional, y la región también, es prudente la presentación de algunas propuestas que coadyuven a hacer frente a esta amenaza. Se debe recordar precisamente que el pasado jueves 05 de marzo de 2015, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) confirmó la llegada del fenómeno climático El Niño. Para esa época, Nicaragua recién había estado expuesta a los efectos de una sequía severa que ocasionó daños considerables al sector agropecuario. Se debe recordar que durante el año 2014 se brindó información que indicaba acerca de la condición neutra del fenómeno en referencia, pero que ocasionó daños severos, particularmente para el sector agropecuario.
De acuerdo al pronóstico de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado el pasado 27 de noviembre de 2018, la probabilidad de que se produzca un episodio de El Niño en el período que media hasta febrero de 2019 oscila entre el 75 % y el 80 %, si bien no se espera que su intensidad sea fuerte. Más recientemente, el pasado 26 de febrero de 2019, la OMM publicó un nuevo pronóstico: la probabilidad de que se produzca un episodio de El Niño de aquí a mayo de 2019 oscila entre el 50 % y el 60 %, si bien no se prevé que se trate de un episodio de fuerte intensidad. Es evidente el escenario que se caracteriza por el calentamiento de las aguas superficiales del Océano Pacífico. También tiene una evolución superior a la altura del ecuador. No obstante, éste causa efectos climáticos a escala del planeta.
La información que ha circulado indica también que el ciclo conocido como Oscilación del Sur El Niño (ENSO, por sus siglas en inglés), está evolucionando e influenciando. Ésta se refiere a un periódico calentamiento y enfriamiento del Océano Pacífico en los trópicos. Es decir, se produce una suerte de oscilación de la temperatura de las aguas superficiales, particularmente sobre el ecuador. Este ciclo afecta gran parte de África, Medio Oriente, India, el sureste asiático, Australia y América. Se debe destacar que en estas regiones vive la mitad de la población mundial, y se ve afectada por el fenómeno climático. Cabe señalar que en el caso particular de Nicaragua el fenómeno climático ejerce una influencia negativa más directamente sobre el área continental a lo largo del Océano Pacífico. Se debe tener presente que para el país las mejores tierras aptas para la agricultura se ubican en esta área geográfica de mayor influencia del fenómeno climático.
Según los y las científicos/as, el ENSO impulsa una variabilidad sustancial en las precipitaciones. En consecuencia, afecta entre otras actividades humanas la producción agropecuaria, ecosistemas y enfermedades en muchas partes del mundo. Cuando El Niño está activo, sube la temperatura promedio y se reducen las precipitaciones en algunas regiones. Mientras que en otras se incrementan las lluvias ocasionando daños severos en múltiples actividades humanas y diferentes áreas geográficas. Recuérdese que Nicaragua -más recientemente- ha experimentado estas características durante el invierno de 2014.
Nicaragua ha vivido los efectos adversos del déficit de humedad durante los últimos quince (15) años con escenarios complejos. En este mismo orden, se registra que durante los dos (2) últimos inviernos se han caracterizado por ser “irregulares”. El impacto negativo se ha hecho sentir en la vida de miles de personas que viven en el campo. Ante la evolución del escenario de riesgo a sequía, ante la probabilidad de la presencia del fenómeno climático El Niño, constituye una necesidad que las autoridades nacionales y los diferentes actores sociales trabajen tempranamente un conjunto de medidas para hacer frente a esta amenaza climática recurrente.