El Covid 19, considerada la peor crisis que ha enfrentado la humanidad en la historia reciente, ha impactado no solo la salud de la ciudadanía de la región centroamericana, sino la economía de los países, en las exportaciones y el comercio, las cuales se han reducido en un 40 %, según estimaciones publicadas en diferentes estudios.
Una de las primeras acciones realizadas por los países fue el diseño y aprobación del Plan de Contingencia Regional del SICA, con un fondo de 1,900 millones de dólares como resultado de la primera reunión que se tuvo entre los presidentes de la región en este contexto en donde se adoptó la Declaración Centroamérica Unida Contra el Coronavirus; y de las cuales han derivado más acciones integrales que complementan las iniciativas que ya ejecutan los países miembros del SICA, y que cuentan con el apoyo y respaldo de la institucionalidad del SICA, de las instituciones de gobierno y de Socios para el Desarrollo.
La integración como región, en temas de salud y gestión de riesgo, comercio y finanzas; seguridad, justicia y migración; comunicación estratégica y gestión de cooperación internacional; perspectiva de género, seguridad alimentaria e investigación científica, que son los ejes que aborda el Plan de Contingencia Regional, es una iniciativa única como región, que busca afrontar cualquier problema venidero con mayor fortaleza de una forma más sincronizada con el interés de poner en primer lugar el bienestar del área.
Como región, país, familias e individuos, debemos ser conscientes de que producimos nuestra salud y la de quienes nos rodean, por lo que, siendo solidarios con otros, lo somos con nosotros mismos.
¿Y cómo sucedió todo?
El Covid-19 comenzó hace seis meses en el continente asiático, poco a poco salpicando a todos los países. Tras detectarlo a finales de diciembre en China, la población mundial es alertada en su totalidad.
Uno de los países golpeados gravemente por la enfermedad es Italia y se le acercó levemente en cifras España a finales de febrero. Ya en marzo el Covid-19 se convierte en el tema principal de los telediarios, de las redes sociales y de la población en general. En el mismo mes todos los países del área centroamericana reportaron al menos un caso confirmado de Covid 19, así como las primeras personas fallecidas. El 18 de marzo Nicaragua reportó el primer caso confirmado en el país.
Separada por miles de kilómetros de distancia del foco original en China y con un océano de por medio con el entonces vapuleado sur de Europa, América Latina disponía de algunas ventajas para gestionar la pandemia.
La región registró oficialmente su primer caso el 26 de febrero y, un mes más tarde, cuando Italia ya superaba los 60.000 contagios y los 6.000 muertos, el país latinoamericano más golpeado era Brasil, con apenas 25 fallecidos. Ese mes, casi al mismo tiempo que lo hacía España, varios gobiernos de la región como el de Perú, El Salvador, Panamá, Argentina, Chile, Colombia y Venezuela, entre otros, empezaron a aplicar fuertes medidas de distanciamiento social y de restricción de la movilidad de los ciudadanos para evitar los contagios.
Tres meses más tarde, cuando los países en Europa están levantando las limitaciones y comienzan a entrar en la nueva “normalidad”, la mayor parte de los países de América Latina no solo están lejos de poder hacer lo mismo, sino que se convierten en el nuevo epicentro de la pandemia.
Estados como Paraguay, Uruguay y Costa Rica, que registran un número bajo de contagios confirmados y no llegan a la treintena de muertos, son excepciones a la tendencia general de la región que apunta al alza y que aún está lejos del aplanamiento de la curva.
El estado precario de la economía de los países latinoamericanos es para los expertos un elemento central a la hora de explicar por qué en la región las duras medidas de confinamiento no han tenido los mismos resultados que en Europa.
“Estamos experimentando un aumento muy importante de casos en muchos países. Esto probablemente tiene que ver con los retos que enfrentan los países de América Latina con la pobreza, la economía informal y las dificultades para aplicar las medidas de distanciamiento social”, dijo Jarbas Barbosa, subdirector de la Organización Panamericana de la Salud.
Agrega que “muchos de los empleos son informales y la gente no se puede quedar en su casa a esperar a que les llegue el salario. Al mismo tiempo, los gobiernos de la región no tienen la capacidad para tener una estrategia para sostener económicamente a la población como ocurre en otras partes del mundo”.
Alrededor de 400 millones de empleos a tiempo completo se han perdido y las mujeres son las más perjudicadas por la pandemia, son algunas de las conclusiones del último informe de situación de la Organización Internacional del Trabajo, que presenta tres escenarios posibles de recuperación en función de la evolución del Covid 19 y de las medidas que se tomen.