Comunicado de prensa de la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgo con motivo de la Conmemoración de los terremotos del año 2001 en El Salvador.
Comunicado de prensa
La vulnerabilidad social sumada a los factores socio naturales y antrópicos (factores subyacentes del riesgo), en la región centroamericana, constantemente incrementan los riesgos de que un fenómeno se convierta en Desastre.
Pese al avance en políticas centroamericanas de Gestión del Riesgo de desastres, acuerdos, marcos que regulan y dinamizan la discusión sobre la misma, aún existen muchos déficit sobre las cuales habrá que profundizar su debate e implementación,
Además, es necesario no perder de vista que la región es altamente sísmica, producto de la interacción de las Placas del Coco y Caribe, la existencia de la cadena volcánica, el fallamiento local, entre otros, por lo tanto, se debe buscar adaptar y atenuar los impactos mediante la reducción de las vulnerabilidades que muchas veces son preexistentes, como parte inherente de los procesos de planificación.
En El Salvador, país que se ubica en el centro de la región centroamericana, se evidencian múltiples amenazas, hoy se conmemora un aniversario más de los terremotos de los días 13 de enero y 13 de febrero del 2001,.la Mesa Permanente Para la Gestión de Riesgos en El Salvador, miembro de la Concertación Regional para la Gestión del Riesgo, considera que es necesario que los salvadoreños y salvadoreñas, reflexionemos sobre la crisis ambiental, el desorden territorial, los riesgos urbanos y rurales existentes, sumada a la debilitada percepción del riesgo, la construcción del mismo y la poca cultura de prevención; pero sobre todo las condiciones de vulnerabilidad que aumentan indiscriminadamente, en lugar de disminuir; afectando principalmente a grupos más vulnerables.
Es necesario trabajar multi sectorial y dimensionalmente en el desarrollo y/o actualización de políticas e instrumentos que regulen el ordenamiento territorial con un enfoque de prevención de riesgos, con visión integral y universal que permita el desarrollo urbano y rural, desde una lógica donde el ser humano sea el centro y no poner el interés económico como la prioridad; reconociendo que se es parte del ecosistema.
En El Salvador, a 15 años de los terremotos del 2001, sigue presente la dinámica geológica, existen avances en programas de preparación y respuesta y en el diseño y construcción de sistemas constructivos sismoresistentes, es necesario reforzar la articulación del sistema para enfrentar los distintos fenómenos ocasionados por causas naturales y/o antrópicas, sobretodo que priorice el enfoque a la profundización del tema de prevención y reducción de vulnerabilidades; en concordancia con las el marco legal, normativo y operativo adoptado y ratificado por la región. Que en la temática de Gestión de Riesgos, se refiere al Marco de Sendai 2015-2030; así como las agendas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Adaptación al Cambio Climático.
Es importante señalar, que los desastres que han sacudido al país durante la última década, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), han dejado pérdidas económicas en todo los niveles productivos y familiares del país de aproximadamente $ 9 mil millones; y daños en vidas que rondan aproximadamente las 5 mil personas. Esto sin mencionar los daños psicológicos que ciernen sobre la población después de cada evento y que el impacto es mayormente cargado por las mujeres. Es decir, se convierte cada vez más evidente que invertir en la preparación, prevención y gestión del conocimiento, es más rentable que la atención de las emergencias y mitigación. Eventualmente podría traducirse en asignación presupuestaria adecuada para la temática.
Los terremotos de enero y febrero del 2001, Según, CEPAL, “Reportaron la muerte de 1,159 personas y lesiones en otras 8,122, más de un millón y medio de personas, que representan el 25% de la población, resultaron damnificadas, perdiendo la mayoría de sus pertenencias. Asimismo, 271,653 viviendas resultaron dañadas, de las cuales 163,866 quedaron inhabitables”.
El análisis hecho desde un nivel eminentemente económico, nos lleva a plantear que las pérdidas provocadas por los desastres son un soporte suficiente para la reflexión y al ampliarlo a una visión holística nos exige tomar acciones inmediatas para la reducción de las causas generadoras de riesgos del país.,
Sin embargo hasta el momento eso no sucede, de allí la urgencia de contar con una Política Nacional de Gestión Integral de Riesgos coherente con la dinámica local, nacional y regional, que se vincule con la Política Centroamericana de Gestión Integral de Riesgos y donde se retomen directrices establecidas en París en la reciente COP 21.
Es evidente que las condiciones de vulnerabilidades trascienden de lo nacional a lo regional, y queda evidenciado con las recientes emergencias suscitadas por ejemplo en Nicaragua, con el Volcán Momotombo y los sismos acaecidos en el Sauce, en Guatemala con el Volcán de Fuego las inundaciones en Honduras y sequia generalizada en todo el corredor seco centroamericano. No existen fronteras cuando se desatan los mismos. Por lo tanto, no deberían existir fronteras para el actuar regional.
Por lo tanto, como CRGR, exhortamos se retomen las propuestas que desde este espacio emanan.
13 de enero de 2016.