“Estamos juntos en esto y tenemos un largo camino por delante. Necesitaremos expresiones aún mayores de resiliencia, paciencia, humildad y generosidad en los meses venideros” Tedros Adhanom, director de la OMS.
El 31 de diciembre de 2019 el mundo empezó a descubrir a Wuhan. En esta ciudad de China arrancó una especie de película futurista que hasta hoy ha cambiado el modo de vida de 188 países: era el inicio de una pandemia.
En seis meses, un virus de la familia de los coronavirus, llamado posteriormente Covid-19, cuyo origen exacto aún desconocemos, se ha llevado más de medio millón de vidas y nos ha familiarizado con nuevos miedos, nuevas realidades y nos ha obligado a adaptarnos para sobrevivir y evitar el contagio.
De China aprendimos que se puede construir un hospital en menos de una semana, de Italia que los cementerios pueden rebasarse, y al mundo entero le ha enseñado que la economía mundial es más frágil de lo que pensábamos.
Hoy Wuhan, epicentro de la pandemia, continúa con su día a día, vigilando de cerca los rebrotes. Desde Pekín se continúa aumentando la capacidad para realizar test y así, contener el brote en la capital, consiguiendo que sus laboratorios puedan en las actuales circunstancias analizar hasta un millón de muestras al día.
La crisis sanitaria ha hecho cotidiana una lluvia de nuevas palabras, desde pandemia hasta rebrote, nos ha hecho incorporar la mascarilla a nuestro armario, ha vaciado las calles de nuestras ciudades y las ha vuelto a llenar, ha potenciado la ciencia en la angustiosa carrera por una vacuna contra el virus, hoy se conoce que España tiene cinco proyectos en marcha y ha hecho al mundo más pobre y más solidario.
Este es el momento para realizar un alto en el camino para que reflexionemos sobre el progreso que se ha logrado y las lecciones que se han aprendido, pero, sobre todo, para comprometernos a hacer todo lo posible para salvar vidas y evitar el contagio. Aún hay esperanzas, pero la mayor lección aprendida es que cada individuo es capaz de lograr su propia salud y la de quienes le rodea.
“Todos (los expertos) están de acuerdo en que este virus tiene dos características: es rápido en su contagio y es letal. Y, además, puede explotar las divisiones entre nosotros. Y esa es la razón por la que la Organización Mundial de la Salud ha dicho: ‘por favor eviten las divisiones’. Cualquier diferencia puede ser explotada por el virus (…) Con diez millones de casos y medio millón de muertos, a menos que abordemos los problemas, la falta de unidad nacional y la falta de solidaridad internacional, lo peor está todavía por llegar”, afirmó.
Colaboración especial de Nancy Ugarte, Oficial de Acción Humanitaria de la MNGR-Nicaragua.