El Gancho de caminos ya famoso. La historia moderna de Nicaragua registra que para finales de la década de los años de 1960, la ciudad de Managua -capital de la República- era relativamente pequeña, una extensión reducida. Se caracterizaba por los rasgos de la provincia, o villa, y el surgimiento de la ciudad moderna para la época. Tenía unas calles angostas, asfaltadas, con un sistema de alcantarillado simple. En el centro de la ciudad se había instalado un sistema para el cobro por el uso de parqueo. Era un trozo de tubo galvanizado fijado en el piso. Y un reloj en la parte superior que operaba sobre la base de monedas por tiempo. Unos inspectores verificaban por las calles que el tiempo marcado en el reloj y la cantidad de dinero depositada por el usuario se correspondía. Caso contrario, se aplicaba una multa. La esquela que registraba el monto de la sanción era colocada en el vidrio frontal del vehículo, y prensado con el parabrisas.
El centro de ésta ofrecía un orden relativo entre las calles y las avenidas. Esto último facilitaba el orden para el parque vehicular de la época. Había orden para las calles, pero en cambio se obviaron las normas para la construcción y el sismo del 23 de diciembre de 1972 derivó en el colapso de la ciudad capital. Para brindar información sobre una dirección funcionaba el concepto de calle y avenida. Sin embargo, quedaron como referencia nombres diversos: el arbolito (en el centro de una intersección), la ceibita (ahora es un árbol de ceiba grande), el gato Abraham (un estanco), el infierno al este (una cuadra del Instituto Ramírez Goyena), el Nilito (una cantina), el gancho de caminos (casi en la periferia de la ciudad, en 1972), el puente León (acá en Managua). Actualmente sigue funcionando esta norma, es una manera singular para la ubicación de una dirección. El primer trazó de la ciudad fue durante la década de los años de 1810, pero la manera de brindar una dirección ha logrado sobrevivir durante los últimos doscientos años.
Por ejemplo, el lugar conocido como Gancho caminos, realmente era el gancho o confluencia de dos caminos (rurales). De este punto dos cuadras hacia el norte y media hacia el este, hasta allí llegaban productores/as del sur de Managua con sus productos en las carretas tiradas por una yunta de bueyes. Este punto era como una de las referencias entre la provincia y la ciudad. Sigue siendo un punto de referencia para brindar una dirección. El estudio apropiado de lo que ocurrió posteriormente es probable que ofrezca pistas acerca de los llamados puntos críticos de la ciudad de Managua actual ante la llegada del invierno y su desarrollo. Entonces, se utilizaba el concepto norte, o lago.
La ciudad de Managua poco a poco se asentó en el área sur de la costa del Lago Xolotlán o de Managua. Todavía –enero de 2019- desde una área alta se puede observar que donde fue el denominado casco histórico de la ciudad hay una cantidad muy importante de árboles (frutales, madera, medicinales, etc), es correcto afirmar que hay cobertura verde. En el frente y patio trasero de una propiedad además de la casa se encuentran fácilmente árboles de: mango, tamarindo, jocote, nancite, etc. La ciudad creció, pero quedo arraigada la costumbre del patio de campo.
Entonces, unas ideas sobre el ya famoso Gancho de Caminos. Hasta allí se podía observar el cauce natural marcado por las corrientes de agua del invierno. Había uno que era conocido como el camino de Santo Domingo, la gente decía popularmente que bajaba desde Las Sierras de Managua (en la parte alta de la sub – cuenca sur de Managua, una parte de la Cuenca número 69), y en dirección hacia el lago de Managua. Durante muchos años para brindar una dirección la población utilizaba el concepto de montaña y se refería al sur. Más que hacer referencia al norte, comúnmente se decía: vamos hacia el norte, o bien, de la estatua de Montoya dos cuadras hacia el lago.
Debemos recordar que a partir de 1973, después del terremoto, la ciudad comienza a crecer en dos grandes direcciones: las personas con menos capacidad de adquisición fueron poblando el área este, hacia arriba. En cambio quienes tenían mayor capacidad económica iniciaron un proceso de población hacia la sub cuenca sur de Managua, como se dice popularmente en dirección y a ambos extremos de la carretera a Masaya, es decir hacia la montaña. El común denominador es que está ausente el criterio de ordenamiento territorial. Uno se pregunta ¿Dónde quedó el Plan Maestro para la reconstrucción de Managua que fue elaborado posterior a diciembre de 1872 con asistencia holandesa?
Otro de estos cauces tenía su origen en la Comarca conocida como Las Jagüitas. En la actualidad (enero de 2019) uno puede seguir la calle asfaltada que pasa por la fábrica de cohetes de La Caimana, haciendo un recorrido en sentido contrario de la corriente del agua de aquellos inviernos. Uno sigue y pasa por el extremo trasero (norte) del antiguo Cine Salinas, fundado por el sr. Arnoldo S. sobre el camino estuvo al aserrío del sr. Felipe R. Luego entre el barrio San Cristóbal y el reparto El Dorado, y entre el barrio María Auxiliadora y la Colonia 10 de Junio, hay como camino ahora con trazos revestidos con asfalto. Ese era el camino que desde Managua nos llevaba hasta la Comarca Las Jagüitas. Poco a poco fue desapareciendo y familias enteras se fueron asentando en ese trayecto. Probablemente algunas personas se harán la pregunta: ¿Por qué esta descripción de la Managua provinciana?
El conocimiento de esta realidad que fue desapareciendo en la medida que la ciudad inició la expansión desordenada -posterior al terremoto de diciembre de 1972- es una necesidad para la comprensión de algunos de los episodios dramáticos que vive la ciudad capital, particularmente durante el invierno. Pero esta realidad se ve más agravada por el desorden territorial actual que se desarrolla en la sub – cuenca sur de Managua. Sin lugar a dudas, es uno de los elementos de la línea del proceso de construcción social, y cotidiano, del riesgo de la ciudad. El estudio y análisis de esta realidad coadyuva en la búsqueda de soluciones viables a la vulnerabilidad ante las inundaciones.
Durante la década de los años 60 del siglo pasado se construyó una caja subterránea para la recolección de las aguas que bajaban por el cauce desde Las Jagüitas hasta el Gancho de caminos. Pero, también de las aguas del cauce de Santo Domingo hacia el punto común que durante varios años es referencia para brindar direcciones. La estimación de la obra civil es de cinco o seis metros de ancho por cuatro o cinco metros de alto con una extensión de aproximadamente uno punto tres kilómetros. Ésta se ubica entre los denominados semáforos de El Boer hasta el Lago Xolotlán. Las inundaciones en el mercado Oriental no son originadas por estos cauces históricos, sino por otras causas.
Uno de los resultados de la reflexión con motivo del bicentenario de Managua es la necesidad de un análisis profundo del vínculo entre el Gancho de Caminos desde su génesis y el Lago Xolotlán que recibía el tributo. En ese trayecto se asienta uno de los mercados más grandes de la región. Se estima que en las temporadas altas para la actividad mercantil se concentran aproximadamente unas cien mil personas. El desplazamiento recurrente de personas que por diferentes razones se asientan en la costa sur de este Lago constituye parte de la relación entre el Lago y el invierno. El Gancho de Caminos no es ajeno a esta historia. Una pregunta obligada es: ¿Por qué un barco en el Gancho de Caminos cada primero y diez de agosto?
La imagen principal que acompaña a esta nota fue elaborada por Nancy Ugarte Núñez, Managua, Nicaragua, lunes 14 de enero de 2019.