Nuevamente hagamos las cuentas, ahora con más escenarios críticos de riesgo: climático, salud y económico. Fuimos con prisa a La Conferencia de Las Partes 25 (COP 25, por sus siglas en inglés), porque la crisis climática demandaba decisiones urgentes, estaba y está en la agenda. Atrás quedó la controversia con relación a los pronósticos de los escenarios climáticos dramáticos que superaban la ficción. Lamentablemente es una realidad excesivamente fuerte, y con tendencia creciente. Fue a partir del año 1992 que se encendió la alarma e inició una carrera maratónica para que los ojos del mundo entero se percataran de la amenaza global más severa desde la era pre industrial.
La vida humana -y de otros seres vivos-está en riesgo, se afirmó durante aquellos días. Ahora que todo está muy complicado y complejo se anuncia tímidamente: en estos días, si debemos actuar. Así se escribió durante los preparativos con una dosis fuerte de incertidumbre. Fue necesario ir a La COP 25, como se afirma popularmente: ¡con los pies hinchados! No cabe duda alguna, el planeta tierra está justamente en el borde del despeñadero. El liderazgo mundial seguía y sigue enfocado en la oportunidad de mercado. Así como se lee: la crisis climática es una gigantesca oportunidad de mercado, afirma el círculo selecto denominado G20. Se puede amasar una masa de dinero más allá del imaginario.
Hagamos las cuentas del clima, por favor. Será con el propósito único de tener una aproximación ante la crisis de éste. Como se afirma popularmente, ¡para conocer a qué atenernos! Aunque ya vivimos no solo los efectos adversos directos, sino también todos los inducidos. En consecuencia, es una necesidad de la vida, o quizás del derecho a la sobrevivencia. Durante estos días de los meses de febrero, marzo y abril de 2020 han circulado ampliamente noticias dramáticas con relación al comportamiento del clima. Las fuentes son de las más diversas, y amplias. Por ejemplo, se logró la identificación de un orificio enorme en la capa de ozono, antes nunca visto. Es uno adicional de estos días, ya se conocían otros huecos.
La información con relación a esta amenaza fue opacada por una cantidad importante de noticias, reportajes, mensajes, imágenes, todo del paso arrollador de la enfermedad que ahora conocemos como COVID 19. Con anterioridad eran recibidas y compartidas como pronósticos de escenarios climáticos. Teníamos certeza que eran probabilidades, son asuntos del futuro, afirmábamos algunos/as. Ahora no cabe duda alguna que el conjunto de efectos adversos ante el paso acelerado del calentamiento global constituye una realidad inobjetable. El imaginario quedó corto.
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