Una mujer luchadora que transforma su parcela y empodera a su comunidad
En la comunidad de El Horno, una mujer valiente y decidida ha estado trabajando incansablemente para hacer de su parcela un lugar próspero y diversificado. Lucila del Carmen Moreno Rodríguez, una mujer viuda que se enfrentó a numerosos desafíos, encontró en la tierra, una fuente de fortaleza y empoderamiento.
Desde las primeras luces del día, Lucila se levanta a ordeñar las vacas, se encarga de sus responsabilidades antes de dirigirse a su parcela. Allí, se dedica a regar cada rincón con esmero y determinación, consciente de la importancia del agua para el crecimiento de sus cultivos.
A lo largo de tres años, Lucila y su familia han transformado su parcela en un oasis de diversidad agrícola, adaptándose a los desafíos del cambio climático. Lo que antes era una pequeña parcela dedicada exclusivamente al maíz y los frijoles, se ha convertido en un impresionante cultivo de 60 variedades, abarcando un área de una manzana. Este logro es el resultado del trabajo en equipo y la unidad de la familia, que ha abrazado el desafío de diversificar su producción agrícola.
Al recorrer la parcela, Lucila muestra con orgullo los frutos de su arduo trabajo. Señala las dulces naranjas, el maíz para concentrados y el imponente girasol. Además, destaca la jamaica y la tierra fértil en la que se siembran diversas hortalizas como el repollo y la cebolla. La familia no solo se abastece de estos cultivos, sino que también cosechan las semillas para seguir cultivando en el futuro.
Pero la labor de Lucila y su familia no se limita solo a la producción de alimentos. Han construido barreras vivas y reforestado áreas para proteger el suelo y prevenir la erosión. Estas barreras no solo cumplen un propósito ecológico, sino que también proporcionan alimento para el ganado y contribuyen a la economía familiar.
La parcela de Lucila también alberga una colmena, donde producen miel, un rubro que pueden vender en cualquier momento. La cosecha de miel se lleva a cabo anualmente, y con el paso de los meses, Lucila recolecta hasta tres bidones de este preciado producto, dependiendo de la cantidad y calidad de la floración en la zona.
Lucila no está sola en esta labor. Las mujeres de la comunidad se unen a ella en esta tarea diaria, trabajando hombro a hombro para empoderar y mejorar sus condiciones de vida. Aunque es una mujer viuda, Lucila se mantiene firme en su empoderamiento, liderando con ejemplo y demostrando que las mujeres pueden llevar a cabo cualquier tarea que se propongan.
El esfuerzo y dedicación de Lucila y su familia no han pasado desapercibidos por Organizaciones como PRODAD y la Mesa Nacional para la Gestión de Riesgos (MNGR) brindado apoyo económico y provisión de recursos a varias familias de la comunidad, reconociendo los logros obtenidos en la parcela.
Lucila lleva un inventario detallado de todo lo que han cosechado y producido, demostrando el impacto económico positivo que la parcela ha tenido en su hogar y comunidad. Ella es un ejemplo inspirador de cómo el trabajo duro, la determinación y el amor por la tierra pueden transformar vidas y empoderar a comunidades enteras. Su parcela diversificada y productiva es un testimonio vivo de su fortaleza y su deseo de crear un futuro sostenible para su familia y su comunidad.