El primer trazo de lo que posteriormente sería la ciudad de Managua se realizó durante el año 1810. Nueve años después, en 1819, el poblado fue elevado a la categoría de Real Villa – Santiago de Managua. Un poco más adelante, 112 años después, un terremoto destruyó la que ya era la ciudad. Un martes santo, a las 10:23 de la mañana, del 31 de marzo de 1931 –hace 88 años- un sismo sacudió violentamente a la ciudad de Managua, y la destruyó. Seguidamente, derivaron los denominados eventos inducidos, entre otros los incendios generalizados en varios puntos. Ésta era como un pueblo grande para la época.
Se estima para la época en referencia una población de sesenta (60,0) mil habitantes. Entre un mil doscientas (1,200) y un mil (1,500) personas perdieron la vida. El número de heridos/as es cerca de dos (2,0) mil personas. La literatura registra aproximadamente unos cuarenta y cinco (45,0) mil damnificados. Es decir, el 75:0% de sus habitantes fueron damnificados. Los datos de esos días indican que eran unas seis (6,000) mil plantas físicas entre edificios y viviendas. De las cuales, unas quinientas (500) ofrecían condiciones para ser objeto de reparación. Se afirma que se repararon un poco más, pero en abierta violación a las recomendaciones para la aplicación de las normas de construcción, condición que permitió el colapso de éstas en diciembre de 1972, tras el sismo que destruyó una vez más a la ciudad de Managua
El epicentro fue localizado muy cercanamente a la estatua conocida como Montoya. Se activó la falla geológica denominada Estadio. La magnitud fue de 5.8 grados, escala de Richter, de la era moderna para la medición de estos eventos. En los documentos que se refieren a este fenómeno registran también que la magnitud fue de 6,0 grados en la escala de Richter. La profundidad fue a 5,0 kilómetros, fue somero, consecuentemente letal. Como parte del registro de los daños ocasionados por el sismo, cerca del epicentro se ubicaba La Penitenciaría, la cárcel más grande la ciudad, y el país también. Esta planta física colapsó, y la población penal fue seriamente afectada.
Como evento inducido se registra el desarrollo de incendios generalizados, pero más focalizados en veinte (20) manzanas que fueron arrasadas por el fuego. Entonces, en aquellos días la población nicaragüense no tenía acceso a la información necesaria, esencial, para lograr convivir con este escenario de riesgo. Es decir, no se conocía sobre la base de la ciencia acerca de este fenómeno. No había conocimiento y experiencia sobre los denominados eventos inducidos. No era posible hacer una gestión de los riesgos, la población no tenía acceso a la información acerca del sistema de fallas sobre la que se erigía la ciudad.
La actividad sísmica de Nicaragua está asociada a la ubicación geográfica del país. La placa Cocos –denominada también Del Coco- es convergente con la placa Caribe debido al movimiento de la primera con relación a segunda con una tasa de ocho (8) centímetros –aproximadamente- durante un año. Durante la última época resulta familiar escuchar, o leer en los diarios, que el personal especialista ofrece información que registra con precisión la magnitud, profundidad, epicentro, de un sismo. En ocasiones se refieren a ese contacto o fricción de las dos placas que dan origen a un sismo. Pero, hace unos ochenta y ocho (88) años no se tenía acceso a la información.
La literatura ofrece información relacionada a la actividad sismo – generadora para la comprensión de este evento en Nicaragua. Se reconocen tres (3) fuentes principales: en primer lugar, el proceso de subducción que es la génesis de cerca del 70.0% de esta actividad; en segundo lugar, la cadena volcánica que contribuye con cerca del 20.0% de la sismicidad; y, tercero, el fallamiento geológico superficial –particularmente para la ciudad de Managua- que origina hasta un 10:0 de la actividad sísmica. Es evidente, Nicaragua es un país expuesto a la actividad sísmica (evento principal), pero también a los eventos inducidos.
Se afirma que una cantidad importante de viviendas y edificios públicos construidos con taquezal –propio de la época y asociado a las condiciones socio – económicas- lograron resistir y quedaron en pie después del sismo del 31 de marzo de 1931. Fueron reparados. Sin embargo, éstos colapsaron 41 años, 8 meses y 22 días después. Otro terremoto destruyó nuevamente la ciudad de Managua. Se repitió el desarrollo de incendios generalizados como evento inducido.
Ahora -88 años después del 31 de marzo de 1931- el país ha reconocido que es altamente sísmico. Ha logrado ir incorporando en la vida ciudadana la esencia del escenario de este riesgo para lograr convivir con él. Cada día se realizan múltiples esfuerzos orientados a la adopción del enfoque de gestión de riesgo y con la mirada y el corazón a favor del desarrollo de Nicaragua. Ahora, doscientos (200) años después desde que el poblado fue elevado a la categoría de Real Villa – Santiago de Managua, se reconoce que el riesgo derivado de la actividad sísmica es inherente a la vida de la población, y que el desafío diario es aprender a convivir con él.
Las fotografías publicadas con esta nota son de La Estrella de Nicaragua –así se registra-, y luego por El Nuevo Diario, circulan libremente a través de internet.